Este blog va a estar lleno de cosas que me gustan: fotos, escritos, dedicatorias, felicitaciones, narraciones propias, noticias interesantes, etc. Espero que disfruteis con ello y siempre es bien recibida una buena sugerencia.
Estoy oliendo el aroma de café colarse por mi ventana. Mi vecino está desayunando.
Hace dos años me diagnosticaron intolerancia al café y hasta entonces me encantaba. Me gustaba de verdad: solo, sin azúcar. Como a mi madre. Y el café con leche con bastante azúcar. Como a mi padre. También soy intolerante a la leche.
Estaba oliendo café y me sentí muy bien, me sentí súper bien. Muchos se extrañarán, y no lo entiendo. "Pero estás oliendo café y no puedes tomarlo" ¿Y qué más da? Me gusta su olor tanto o más que su sabor. No siento que me esté perdiendo nada por no poder saborearlo. "Pero llegará un día en que quieras tomarlo" Cierto ... ¿y? "Que no podrás" Que no querré. "Querrás tomarlo, hemos dicho" Lo deseare, pero no lo necesitaré. Y eso no me pondrá triste, saber que no debo hacerlo no me pondrá triste... porque yo ya fui feliz saboreándolo, porque yo gocé conscientemente esos momentos.
"Ahora que sabes lo que es, ¿no lo echas de menos?" No. Es cierto que hasta que no pruebas algo no puedes echarlo de menos porque no sabes realmente lo que es, solo puedes hacerte una idea. Y que cuando ya has probado algo y te gusta mucho, lo natural sería extrañarlo cuando no puedes tenerlo. Pero creo que esa no es la actitud: contento porque sucedió, no porque acabó. Es una frase aplicable a todos los ámbitos de la vida. Eres feliz entonces, viviéndolo, y eres feliz después, recordándolo.
"¿Has sido feliz oliendo café?" Muy feliz. La felicidad es una actitud. Frente a cualquier situación de la vida puedes actuar viéndolo con pesimismo (algunos lo querrán llamar, realismo o ser objetivo. Solo se mienten a ellos mismos, la realidad es diferente según los ojos con los que la miren) o buscando el lado bueno de las cosas, ese detalle que te haga sonreír. La felicidad empieza en una sonrisa. Puede ser una sonrisa espontánea o puedes enviar la orden a tus músculos faciales para que dibujen los diez centímetros más bonitos de tu cuerpo. Sea como sea, el cerebro detecta por asociación que esa es una reacción buena y empieza a generar endorfinas que son las encargadas de hacerte sentir bien.
Y tú, ¿estás preparado para hoy ser feliz? "Ya sí"
De pie delante del ventanal de la terraza está mirando ensimismada las infinitas gotas de agua caer, una tras otra en una mañana gris. Con el paisaje de fondo de la ciudad más grande, en todos los sentidos, en la que nunca haya estado, con la decoración en primera línea de múltiples y variopintos tejados de edificios y un instituto. Le parece tan hermoso...
-¿Qué piensas? -le pregunta el amor de su vida, ese chico que hizo que sus pupilas se dilataran al máximo la primera vez que lo vio sonreír. Nunca olvidará ese momento en que se dio cuenta de lo absolutamente bello que era cuando se le dibujaba esa curva en la cara. Nunca olvidará la satisfacción que sintió justo después al darse cuenta de que, por suerte, esa felicidad verdadera y momentánea la había provocado ella. Qué gratificante es hacer feliz a los que más te importan. Y se acababan de conocer, pero ellos sabían perfectamente que desde aquel momento iban a ser las personas más importantes en la vida del otro.
-Pienso en lo fantástico y a la vez asqueroso que es el hombre. - Y él reforzó el pensamiento de lo increíblemente fantástica que era la mente de esa chica ¿algún día dejaría de sorprenderle? Y era una pregunta retórica, pero se dio el lujo de responderse: no, y era un no muy rotundo y claro; si en tres años seguía sin imaginar ni un ápice de lo que estaba pensando, muy difícilmente lo conseguiría ya.
- ¿En lo fantástico que es el hombre?
- Sí, mira ahí fuera... ¿has visto lo que ha sido capaz de hacer? Ha cogido cachitos de la naturaleza y los ha juntado, ha creado ladrillos y los ha puesto uno encima de otro, ha construido edificios y los ha apelotonado en ciudades, ha ensamblado civilizaciones y ha creído que el mundo era suyo.
- ¿Por eso es asqueroso?
- No, por eso es repugnante. Asqueroso es porque no se ha dado cuenta de que cada balcón y cada terraza deberían estar inundados de macetas llenas de plantas, enredaderas, arbustos; e intentar compensar todo lo que le han quitado a la tierra para construir sus impermeables hogares desde los que podemos ver relampaguear sin que ni una sola gota de esta revitalizante fuente de vida moje nuestras frentes. - Él no puede más que reiterarse en su profundo enamoramiento en cada palabra que ella pronuncia.
- Ya... ¿no deberías estar trabajando en vez de con la mirada perdida en quién sabe dónde del horizonte de chimeneas, perdida entre tus cavilaciones?
-Debería, tú lo has dicho, pero hay veces que la vida nos trae una tormenta para recordarnos que no todo son deberes y obligaciones, que a veces hay que parar en seco en medio de todo eso y mirar. Observar tu vida pasar, escurrirse como las gotas de lluvia que se unen en un riachuelo hacia el desagüe que las llevara antes o después hasta ríos y allí hasta mares para volver a ser nubes de las que gotas caen.
Se acerca a ella y le acaricia la barriguita incipiente que empieza a abombarse por causa de los cuatro meses y medio de embarazo. Se miran y se sonríen y se lo dicen todo en silencio. Él besa dulce y lentamente su mejilla y al separar sus labios de su cálida y suave piel, ella agacha la cabeza envuelta en una pequeña mezcla de timidez, inocencia y acaramelamiento. Le encanta, a él le vuelven loco estos momentos tan tiernos en los que le invade un gigantesco sentimiento de protección acompañado de un miedo atroz a perderla, que pasa fugazmente por su mente porque ya ha dedicado demasiado tiempo a ese pensamiento negativo y en su momento llegó a la conclusión de que solo podría conseguir tenerlo alejado de su mente si cada mínimo momento a su lado, cada exclusivo segundo, lo disfrutara completamente al máximo. Y eso es lo que hacía. Así que levanto la barbilla de ella con su dedo índice y mirándole profundamente hasta lo más profundo de su alma a través de sus preciosos ojos verdes, le dijo:
-Te quiero -por si acaso antes, cuando se lo dijeron todo sin decirse nada, no hubiera quedado claro. Y que ella se olvidara un solo instante de lo mucho que él la amaba es algo que no podría perdonarse jamás.
Y así, ella corroboró por enésima vez que tenía a su lado al mejor hombre del mundo para completarla. Y él corroboró por enésima vez que el amor verdadero sí existe, que más allá de la adolescencia sí se puede admirar locamente a alguien y que jurar amor eterno no es una utopía, que por la mujer que tiene entre sus brazos lo hizo, lo hace, lo hará y lo volvería a hacer todos los días de su existencia terrenal y etérea.
Quiero que seas fuerte, saques tu coraje, tu valentía y hagas un esfuerzo por salir adelante, que aprendas a amarte como eres, que dejes de juzgarte, de odiarte, que no te destruyas más, que seas tú mismo.
Que no dejes que nada ni nadie te lastime, te quiebre o te aplaste, que te des cuenta de lo mucho que vales, quiero que cuando sonrías, sea una sonrisa sincera… Eso quiero de ti.
No sé de dónde proviene este fragmento, lo he buscado por internet y no hay nada concluyente. Pero me encanta. Una de las múltiples maneras de decir te quiero.
Te escribo para despedirme de ti esta carta que jamás leerás.
Te escribo para despedirme de ti esta carta que jamás leerás porque en realidad la escribo para mi, pero es más fácil si la dirijo a ti, no te inquietes, es un mero asunto de hacerle creer a mi mente que este es el final de nuestra relación. Me estoy mintiendo, sí, y soy consciente... y aún así voy a tirar para adelante con el plan.
Te escribo porque no puedo hablar contigo, porque no quiero hablar contigo, porque me niego a hacerlo. Porque aunque me muera de ganas soy la única que está muriendo y me niego a sepultarme por ti.
Te escribo para hablar un poco de todo y de nada, de todo lo que pasó y de nada de lo que tendría que haber pasado.
Te escribo para relatarte mi principio y mi fin, así que presta atención:
Nuestro inicio fue muy sencillo: te vi, te miré, te envié una señal y tú la cogiste, contestaste, y empezamos a hablar. No es difícil, si te conoces un poco, darte cuenta de que una persona va a ser especial en los primeros minutos de conversa. Y yo me di cuenta, y me dio miedo, ya lo sabemos, pero ya había decidido que iba a arriesgar. No contigo, en general, ya era el momento de volver a jugar, de igualar apuestas o de tirarse a piscinas. Así que me enfrenté a mi miedo y le dije: puedes venir conmigo, pero camina a mi lado, no voy a dejar que dirijas mis pasos.
Fue el tiempo que me dedicabas, el tiempo que dedicabas a hablarme, eso fue lo que hizo que viniera corriendo mi miedo. Y en segundo lugar, fue el contenido de tu tiempo, de qué hablabas, cómo hablabas...y ahí vinieron todo el resto de mis miedos. Y una vez la troupe completa, unos al lado de los otros, empezamos a caminar.
Recuerdo que el primer o primeros días fue muy intenso, que después hubo una pequeña ausencia en la que yo me hice notar y tú, lejos de meramente responder, decidiste descolgar el teléfono y llamarme. Y ese fue el inicio de mi perdición...
Estabas pendiente, me llamabas, me hablabas de cosas interesantes, me hacías partícipe de tu vida, me dejabas ver que formaba parte activa y deseada de tu mundo... me hacías sentir tan especial... y yo me lo creía. No me lo quería creer, lo juro, cada día me recordaba que tenía que mantener los pies en el suelo, que acababa de conocerte, que seguro que no usábamos el lenguaje de la misma manera, que las connotaciones no son las mismas para todos, que tú eras así de especial y no era yo la que hacía que lo fueras, que no me enviabas mensajes entre líneas, que no te gustaba, que no me gustabas. Me decía que por ti no sería capaz de volverme loca, que no estaba planeando cualquier tontería para estar cerca de ti, que no cambiaría mis metas por estar contigo, que no me estaba enamorando incondicionalmente, que todo era mentira... pero en realidad la mentira era todo esto.
Por lo que fuera, porque si lo llamo desgracia creo que es incorrecto, si lo llamo casualidades de la vida también, así que prefiero no llamarlo de ninguna manera; los dos nos vimos en medio de uno de los momentos más complicados de nuestras vidas donde tuvimos que tomar decisiones que nos llevaron muchos quebraderos de cabeza. Yo te escuche, te di mi opinión, tú me escuchaste, me diste tu opinión, por este orden cronológico. Sí, porque yo soy muy reacia a hablar de mis problemas, al menos a hablar en profundidad de ellos, a darles vueltas hasta que ya esté todo hablado y remirado, pero contigo lo hice...y tú lo hiciste conmigo. Y me dijiste que era fácil hablar conmigo, que era agradable, que era genial, que te gustaba cómo veía las cosas, que siempre tenía algo bueno que decir. Y volví a creérmelo.
No sé qué pasó, pero ya no pasó nada más. Nada. Ese fue mi todo, ahora empieza mi nada.
No más llamadas, no más mensajes, no más verte, no más verme, no más nada.
Y otra vez me da vueltas a la cabeza esa pregunta cargada hasta los topes de su significado que ahora es más real que nunca: ¿por qué?
Insertaría aquí la respuesta más vacía del mundo, porque esta vez no hay motivo alguno, ni el más mínimo, ni uno que yo pueda buscar, insertaría aquí el silencio.
Llenaré esta nada con siete de aquellos pequeños grandes momentos con los que llenaste mi vida:
Ya que no puedo poner luz a tu noche, déjame dibujar una sonrisa en tu boca.
Buenos días, princesa. He soñado contigo toda la noche. Íbamos al cine y tú llevabas aquel vestido rosa que me gusta tanto!
-Es sábado, estoy de guardia y pasé mala noche. Dame un respiro :'(
-Ya sabes que yo a ti te doy lo que tú quieras
-Cuidado con lo que dices
-¿Por?
-No te vayas a arrepentir luego
-¿Qué podrías pedirme que fuera motivo de arrepentimiento?
- ¿Un riñón? ¿Donación de médula?
- Soy donante. Prueba otra vez
- No quiero probar nada, después de lo que has dicho solo quiero que me beses. Y nada de besos salvajes y tirones de pelo, quiero un beso largo, sencillo, dulce, que suene a paz, que se oigan los tiernos chasquidos de nuestros labios separándose. Ahora no quiero nada más.
-¿Te levantaste con hambre de besos?
-Me levanté con hambre de ti
-Vas progresando más que adecuadamente en esas mentiras
Dile a tu amiga que yo siempre elijo bien, solo hay que ver que te he
metido en plantilla de mi vida y no soy bueno al elegir
momentos pero he aprendido a no esperar al momento oportuno, sino a coger
un momento cualquiera y hacerlo el indicado.
Da gusto leerte, parece que leía el fragmento de un libro. Va en serio, quiero follarte.
-¡Elijo la caja! -¿Qué caja? -Siempre hay una caja.Yo quiero la caja -Pero hay caja o llaves. Aquí no te ofrezco llaves. ¿O consideras que mi cuerpo tiene cerradura? -Considero que tu cuerpo tiene la mejor custodia posible: una mente inteligente.
Sabes que quiero ser partícipe de tu vida, y conocer y ver todo lo que quieras enseñarme.
No puedo más que decirte gracias, gracias de corazón, de hecho te lo
dice él. Gracias por alegrarme el alma, por regalarme sonrisas eternas,
por hacerme soñar, por cogerme de la mano, por mirarme a los ojos y
hacer que me diera cuenta que eso era amor, que esto es amor. Que me
duele porque te quiero, que me faltas porque te quiero, que serás un
precioso recuerdo porque te quiero. Gracias por quererme tú también.
Pero
no le cuentes todo esto a tu amigo, a tus amigos, a tu hermana, tu
madre, tu padre, tu familia...porque dejarás de ser ese chico que tan
buena persona ellos creían que eras y verán cómo eres realmente. No los
decepciones, a ellos no. Alarga esta mentira hasta el final, ya sabemos
que sabes contar mentiras, ahora demuestra que sabes mantenerlas.
Estoy esperándote, porque no sé porque pero aun confió en tu palabra. Ya no confió en ti, pero no quiero creer que seas tan mala persona. Me dijiste "lo hablaremos" y te creo, pero ya no te creo nada más.
Un día me dijiste "Mientras acabe bien, los principios dan igual", y ya te lo dije en su momento: mentira.
Parece que aún te escucho intentando convencerme de que no son mentiras, que todo lo que me dices es verdad. Y lo sé, ya lo sé, ya sé que es verdad. Soy totalmente consciente de que todo lo que me dices es cierto, que soy tan especial como consigues expresar, incluso más porque no hay palabras para ello. Se que también harías locuras por mi, que lo dejarías todo por estar conmigo, que estás perdidamente enamorado de mi y que tus miedos sí se han puesto en medio de tu camino. Pero ya lo dije, esta carta es para ti, pero en realidad es para mi, para mentir a mi mente, para intentar hacerle creer que en realidad no podríamos haber sido felices, que no hubiera sido perfecto, que no te hubiera amado hasta el último suspiro.
Adiós.
PD: Gracias por hacer que vuelva a creer en la amistad verdadera y que me ilusione con llegar a tener esa relación que popularmente llaman "mejores amigos" con personas que tengo cerca y que tú, y a partir de conocerte, yo también, llamamos David.
Encantada.
Soy sapiosexual y lo que me pone de ti es tu inteligencia.
Me pone saber que tu mente es inquieta. Que te
pongan las letras, la música, la ciencia, el arte. Que a nada estimulante le
digas que no. Me pone tanto que me estimules. Que todo te
cause curiosidad y que desarmes y rearmes todo; mis pensamientos, los
tuyos. Me pone que cuestiones al mundo, que no des nada por sentado, que
vulneres el orden, sedicioso, subversivo. Me pone que empujes tus límites y
que empujes los míos, que me dejes sin aliento, que me dejes deseando más.
Me pone cuando sabes cosas que yo no sé, y me las
explicas, y me haces cómplice. Me pone que tus ideas me penetren, que
tus palabras me violenten. Que me transgredas y me atravieses entera,
charlando. Me pone que sepas leerme. Que entiendas mi idioma. Que me
pilles el humor, que me pilles la mirada. Que me retes y me invites a vivir en
tu cabeza, y que no me agotes mientras te busco, fulminante. Me
excita que sepas cómo encontrar mi epicentro.
Me pone que te pienses ignorante. Que creas que sabes
poco y que te falta aún por saber. Me pone que te conozcas tan bien que
sepas entenderte, entenderme, y que siempre busques saber más. Que te
comprometas con tus ideas y que no te de miedo cuestionarte o discutir: con los
demás, contigo mismo. Me pone que te explores y que me explores a mí.
Que sepas usar tu tiempo y que sepas cómo no perderlo. Me pone sentir que
contigo me encuentro. Que contigo soy.
Me pone que no escuches a tus demonios, esos
que te dicen que no eres lo suficientemente bueno. Me pone que te vuelvas
temperamental, trabajólico, difícil, brillante. Porque sabes lo que quieres.
Porque vas hacia lo que quieres. Porque vienes, si lo que quieres soy yo.
Sabes perfectamente que todo empezó con el primer cruce de miradas, todo quedó muy claro desde el primer momento, tus pupilas bailaban al mismo son que las mías.
Vanaglorié el momento que decidimos acabar en ese antro prácticamente vacío. Y digo antro porque antro es, antro fue y antro será, pero qué enamorada estoy de él. Del olor bohemio que aun rezuman la cera de las velas derramadas en las estanterías que dejan marcado su camino y reflejan la grandeza de lo que eso algún día fue.
He estado debatiendo mucho si decir esto o no, pero no tengo porque callarlo: aun no se había acabado de cerrar la puerta de entrada tras de mi, aun no me habías visto, y yo ya soñaba en despertarme a tu lado. No sabía si decirlo porque no tenía porque hacerte saber que eres mi debilidad. Pero he decidido hacer de esta debilidad mi fortaleza, y estoy segura de que te darás cuenta.
Esa noche entre sonrisas, miradas, comentarios vacíos que no decían lo que querías pero que yo entendía perfectamente y la comunicación que desde fuera pudiera parecer tan absurda, para nosotros era tan clara como el agua que recorre mi garganta y vuelve a salir exudando por mis poros mientras te hago el amor en la suite de mi mente.
Tocas las teclas de la vida con tanto rigor que me estremecías hasta el hígado. Aunque en realidad no estoy segura si eso era la fría cerveza, que allí dentro parecía tan cálida, o era el verte acariciar el tiempo con las yemas.
Como era de esperar no quería ver llegar el fin de aquel día, pero ya sabes cómo es la vida, no todo son decisiones propias. Y yo estaba tan a gusto mirándote y tú estabas tan a gusto dejándote mirar...tanto...que te faltó tiempo para dejarlos a todos esperando para venirme a hablar. Y otra vez esas miradas mudas, esas frases huecas, esas sonrisas cómplices que te delataban y entre todas ellas solo una palabra tuvo sentido, y la dijiste muy bajita, todo lo demás podía haberlo oído cualquiera pero eso lo dijiste muy bajito, me lo dijiste solo a mi, solo a la persona que era capaz de ver lo mucho que lo estabas gritando en realidad:
-Háblame...
-Lo haré. -y lo hice.
Pero no iba a hacerlo esa noche, no iba a hacerlo esa mañana, no iba a hacerlo hasta el siguiente atardecer...y a ti te faltó tiempo para responder. Para responder y para apresurarte a asegurarte que pronto me volverías a ver. Pero lo que yo ya no podía apreciar, es que tienes pupilas para hablarme pero iris para jugarme.
Te aseguraste que no pasaran ni cinco días hasta que volviera a mi tan preciado bar. Lo tenías todo en bandeja, sabías que moría por ir: viviría en ese sitio y mataría porque su historia fuera mía, lo tenías todo de tu lado, ya que además de todo eso, el postre eras tú. O eso me hiciste creer, bufón del pueblo.
¿Intentabas jugar conmigo porque me viste experta en este juego? No te olvides que el jugador también forma parte del entretenimiento. Y como cualquier riesgo, tiene consecuencias que puede no gustarte cumplir.
No sé que debiste ver en mi cuando me mirabas ¿una cara bonita con la que satisfacer tu sed de deseo? De deseo de ser deseado. De deseo egoísta de llenar tus arterias con el oxígeno del triunfo. Y me miraste los labios y absorbiste de mi anhelo todo aquello que cumplía tu deseo. Y esa segunda noche, viniste a mi mesa a agarrarme con tu voz por el cuello y estrangularme el alma hasta que se me cayera al suelo. Y calló. Y la oí resonando sobre esas antiguas baldosas que tantas almas seguro han visto caer. El mismo suelo donde parece que alguna vez, a juzgar por lo que callas, la tuya debió también tropezar, alguna que otra vez, muchas más de las que imaginaste, muchas menos de las que acababas de merecer; y es que ahora entiendo porqué todas tus canciones hablan de desamor.