Descripción del blog:
Este blog va a estar lleno de cosas que me gustan: fotos, escritos, dedicatorias, felicitaciones, narraciones propias, noticias interesantes, etc.
Espero que disfruteis con ello y siempre es bien recibida una buena sugerencia.
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dimecres, 3 de febrer del 2010

Cómo convertir un día raro en un día perfecto

Suena la alarma más temprano de lo que quisieras, así que no duermes todo lo que el cuerpo te pide y, ni mucho menos, das tiempo a la aparición de la vagancia que te engancharía a la cama como mínimo un par de horas más de lo necesario. Te despiertas acompañada de un conocido, y no estás en tu casa.
Te duchas, te vistes y te das cuenta que la mitad del mundo sigue durmiendo cuando tú tienes que marcharte ya. Y ya no tienes sueño pero sí nostalgia de las calientes sabanas y nuevo pijama (estoy teniendo una temporada pijamil muy fructífera y gratificante) que te arropaban apenas media hora antes. Pero tienes que ser tan fuerte como para superar todo eso y ponerte el abrigo. Mundo: bueenos días (cosa que dices por costumbre porque, aunque no sea uno de esos días que te levantas con dos pies izquierdos, tampoco es de aquellos que tienes la sensación de que vas a comerte el universo).
Pues te pones en camino y el frío matutino baja a velocidad luz tu temperatura facial, menos mal que el resto de tu cuerpo esta suficientemente tapado como para que el degradado no sea tan bestia. Pero el fresquito mola. Además es muy beneficioso para empezar el día porque toda la morriña que no ha conseguido eliminar ni el despertador ni la ducha, se la lleva el viento, y nunca mejor dicho.

Total, que coges el tren, vas hacia tu casa y justo cuando abres el portal la impaciente de tu madre te dice que dónde andas, que te des prisa, que habíais quedado a las 9... y tu reloj marca y 57.

Os encontráis y empezáis a acortar camino hacia vuestro destino mientras conversáis de algo lo suficientemente irrelevante como para que ahora, solo casi 14 horas más tarde, ni siquiera lo recuerde.

Ente pitos y flautas ya habéis llegado al centro de salud.

Los minutos corren más deprisa de lo que quisieras y sin poder darte mucha cuenta ( y menos mal, porque tener tiempo para darle vueltas a los asuntos es de las peores cosas que trae a sus espaldas el tiempo y la mente humana en equipo) estás sentada con el brazo ahogado a punto de ser analizada sanguíneamente con una aguja que no sabría decir como és porque no he tenido el valor para mirarla.
Y de la misma manera que viene, se va. Ya está.

Qué alivio, qué angustia, qué paz, qué miedo, qué cansancio, qué corto.

Desayunas por fin, acompañas a tu santa progenitora a por el transporte público que la lleve a su fuente de ingresos y de mientras vas a gastarte tú la poca economía que tienes en un frasco de pintauñas que compraste hace el suficiente poco tiempo como para que cuando explotó al colisionar con toda su fuerza (la fuerza en este caso era el peso P=m.g) contra el suelo de tu aseo la capa de pintura dorada que se extendió fuera tal que abarcó medio suelo del baño, más otro tanto del pasillo y repetidas veces tus piernas, brazos y camisón y que tardé unos cuantos minutos en retirarla. Es decir: que lo había utilizado unas 4 veces.

De ahí a casa y de mi casa a la del conocido...y de ahí a mi casa. Este paso en realidad no aportó nada nuevo al día...pero me apetecía hacerlo.
Comida y marchando al dentista de donde salí sangrando...

Y prácticamente con el petardo en el culo y corriendo ( a tiempo parcial ) hacia el aeropuerto. Este paso en realidad hubo un momento en el que pensé dejar de hacerlo, pero me volvieron la ganas por arte de magia, y eso que aun no sabemos donde están las cartas.

Bon voyage.

El camino a casa fue un sueño...pero literal. No sé exactamente por qué me desperté justo a tiempo para bajar en mi parada.
Y de camino a casa se me hacia la boca agua imaginando como me volvería a meter dentro de mi elegante pijama y me tumbaría en mi cómodo sofá y vería esa sería que tanto me llena en este momento. Y junto a una ración de mis cereales preferidos disfrutaría de mi agradable compañía.

Y básicamente así fue.
¿Que en qué momento se convirtió en un día perfecto?

Pues fue justo mientras realizaba este último paso y mi cerebro funcionaba a dos bandas.

Así fue la transformación:
No fue un despertar sencillo como cada día laboral, no, primero porque estoy de vacaciones intracuatrimestrales y segundo porque lo extraño, según lo que me esperaba poco rato más tarde, fue precisamente que pudiera dormir.
Y no fue una noche normal, no, además fue una noche acompañada. Y no fue un acompañamiento normal, no, fue con alguien que también se sorprendió de haber podido dormir. Que no solo durmió sino que durmió genial. Y eso es lo que hizo de este despertar uno de los que más orgullosa me siento, porque como ya dije en su momento, conmigo se puede dormir, y se puede dormir genial. De la teoría a la práctica en una noche (:

Y el cambio siguió cuando el camino al centro de salud fue de lo más tranquilo, otra vez algo fuera de lo que cabría esperar. Y ya ni hablemos de lo sorprendente que fue mi pacifismo ante mi primer enfrentamiento con un análisis de sangre teniendo mi persona pánico a las agujas como nadie en el mundo.
He sido capaz de hacerme un análisis de sangre después de 20 años con un pánico feroz a los pinchazos que llegaba hasta tal punto que la angustia se apoderaba de mi estómago de solo imaginarlo, y sucesos por el estilo. Y lo he hecho, además, con la máxima tranquilidad que me ha sido posible. Yo fui a pedir analítica, yo concerté la hora ( y tan normal como si estuviera encargando un pastel ) y yo me presenté totalmente entera la mañana del acto. Y ni los nervios extremos ni la angustia aparecieron por ningún lado. Entonces me lo hicieron... y ¿qué pasó? Que salí y me puse a llorar.
Primero lloraba porque me sentía un poco estúpida por haber tenido tantísimo miedo a eso que ni siquiera se nota, después era porque me di cuenta de que no tengo que sentirme tonta por ser humana y tener miedo, y a lo último ya fue por lo orgullosa que me sentía de haberlo superado y haberlo hecho tan requetebién.

Y en ese momento mi ego estaba tan alto que ya nadie ni nada podría achicarlo, pero nada más lejos de la realidad, porque el día no había hecho nada más que empezar y el lavado de imagen de raro a perfecto también tenía cuerda para rato.

Todo el tiempo que pasó hasta el dentista fue tan gratificante...me sentía tan sumamente cómoda conmigo y con el mundo. Nunca me había sentido tan parecida a un videojuego: en el videojuego de mi vida había superado uno de los niveles más difíciles habidos y por haber, hombre, había estado intentándolo años, imagínate...

Y en el dentista mi ego volvió a crecer, como si de un globo se tratara. Y es que me di cuenta de lo valiente que soy también en el dentista. La gente le tiene terror pero yo hace tiempo que sé que el pinchazo de la anestesia es un segundo y es una tontería, y aunque ese es un nivel que superé hace tiempo, sus efectos de gozo aun llegan hasta estos momentos. Y la satisfacción se vió aumentada al comprobar lo buena chica que soy ante el dolor, porque una limpieza de boca no duele propiamente dicho, pero cuando el chorrito del agua a presión de toca erróneamente las encías, cágate lorito -shit you on little parrot-, y cuando, gracias a tu hipersensibilidad dental, te das cuenta de que el agua que sale está congelada, pues ya ni te cuento. Pero frente a todo eso, yo estaba allí como una campeona, aguantando, sin rechistar ni un solo momento. Como una niña mayor. (:
Y con esta ya era la segunda vez durante el día que me autodemostraba a mi misma (valga la triple redundancia) mi madurez ( o yo quiero creer que estos signos demuestran madurez. Porque para cada persona es distinta la vida, las experiencias y las metas, pero estas son algunas de las mías y que las haya superado con un excelente creo que viene a significar que estoy alcanzando un grado de madurez, porque no decirlo, envidiable) y lo mejor, es que no sería la última.

Porque después de eso, y juzgando mi comportamiento desde la salida del dentista hasta la despedida en el aeropuerto, me di cuenta que había superado otro de los retos que me propuse y que además pocas personas -que se lo hayan propuesto- lo han logrado. Es cierto que en un principio el reto se planteaba con menos facilidades, pero suertuda yo por habérseme presentado estas condiciones y bendita por conseguir superar mis penas y problemas. El mundo está lleno y es demasiado grande como para acumular toda tu energía en una sola coordenada cambiante con fecha de nacimiento.
Ya van 3 puntos positivos a mi favor.

Pero el puntazo, el más grande de todos, es darme cuenta que soy digna de mi compañía. Que me gusto tanto como persona que si fuera otra, sería mi amiga. Que mi personalidad, que tantas veces he tenido que pulir para hacer de ella una persona que yo creía mejor, para eliminar esos errores que no me gustaba ver en otras personas pero que yo también tenía, para adquirir esas cualidades que admiraba en una persona pero nadie podía admirar en mi; había adquirido -tras pulido anteriormente mencionado- una suavidad y una forma...exquisita dirían los exagerados, agradable digo yo. Y justo eso, justo, es lo que me hace más feliz en el mundo. Porque las parejas van y vienen, los amigos están más tiempo pero algunos también marchan, la familia es casi lo más fijo que puedes tener, pero tampoco son eternos, y por lo tanto, lo único que siempre tendrás toda tu vida...eres tú. Y si uno mismo no disfruta de su propia compañía, para empezar, nadie tampoco lo hará, porque no querrán.


Pero todo esto tiene una parte mala. Todo esto no me haría tan feliz si lo contrario no me hiciera tan triste.
Si oír que dormir conmigo es casi una tortura, si saber que soy una cobarde ante los pinchazos, si estar lejos de mi hogar, si saber que me han "desgraciado"(por poner un contrario de agraciado) con una boca que necesita ir a intervenirse cada dos por tres al odontólogo, si que me hayan partido el corazón, si saber que el pánico más grande que tengo ( pero el que de verdad podría acabar matándome) es la soledad en esa en la que no tienes a absolutamente nadie en el mundo, si saber que igual soy una persona horrible; si todo esto no me encogiera el alma y me mojara los ojos, lo contrario no me hincharía el ego y me estiraría los labios.
Aunque es el eterno dilema de quien fue antes si la gallina o el huevo ( aunque personalmente mi respuesta es el huevo, por razones obvias -para quien no sea tan obvio: sin huevo no hay gallina, y con gallina puede no haber huevo que eso no hará que cambie el mundo. En realidad es un debate demasiado largo para resumirlo tan brevemente, pero por ahora considero que es suficiente-) y por lo tanto no se si realmente me hace tan feliz porque lo contrario me hace tan infeliz o viceversa. Indiferentemente de una manera u otra están relacionados indudablemente, y eso es muy triste. Menos mal que no todo lo que me hace feliz lo hace por ser un antónimo, que simplemente me hace feliz porque existe, es y está, y nada me provoca su inapariencia.

Peeero...
Así es la cruda realidad.













...Aix...






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La Reina de mis Sueños