Buenos días ( Estación de tren II)

Villarejo de Fuentes-LàSü

...CONTINUACIÓN

La cuestión es que cuando empecé a desperezarme, lo que veían mis enlegañados ojos eran campos, campos sembrados, campos de girasoles, campos de trigo,todos bañados por los últimos rayos dorados de luz del día...y al monovolumen circular por una carretera tristemente asfaltada.

-¿Dónde estoy?
-Buenos días -Dijo la chica de la estación.
- Me has oído perfectamente, ahora solo tienes que usar la misma boca con la que me acabas de decir eso, para contestarme.
-En un coche.
- Bravo, genio.
- Selegna, no dirigimos a tierras Manchegas, tu anfitrión te espera. - Dijo el hombre sentado de copiloto.
- Mi ¿qué? ¿Quién?
- Bonita, tranquilízate, has sido muy buena chica en la estación, no lo estropees ahora. - Me espetó sarcásticamente me compañera de asiento.
- ¿Qué más te da lo que diga, cómo lo diga y cómo me ponga? Te molesta aguantarme...siento decirte que tendrás que fastidiarte porque por muy secuestrada que me siento creo que mi vida corre más peligro si abro la puerta y me tiro que si voy a ver a "mi anfitrión". - Y era cierto, no sé exactamente por qué tenía la sensación que nada malo iba a pasarme pero obviamente también me sentía muy extraña porque yo sola y sin que nadie me obligara ( ¿yo sola y sin que nadie me obligara?) me había metido en un coche con gente que nunca siquiera me había cruzado.
- Jajaja -rió irónica a la vez que malévolamente la chica- en realidad me importa muy poco todo eso, al fin y al cabo no iba a molestarme en contestar nada.
- Marie, qué poco reservada eres. No has tardado ni 5 minutos en mostrarle a esta muchacha toda tu personalidad. -Dijo el copiloto.- Sel, ¿puedo llamarte Sel? Disculpa a la desagradable Marie. No está entre mis planes responder ciertas preguntas, pero no tengo inconveniente en responderte todas las demás. Al fin y al cabo quedan unas horas aún de camino y no tenía pensado que durmieras o callaras todas ellas.
- ¿Qué me hicisteis para que me quedara dormida?
- ¿Hacerte? Jaja, no querida, absolutamente nada. Entraste al coche y como si te hubieras metido en el baño más relajante de tu vida, te quedaste dormida al instante. A penas me dio tiempo a presentarme y que contestaras educadamente que era un placer, que ya estabas rondando por tu mundo artificial.
- No recuerdo tu nombre, no recuerdo eso. En realidad sólo recuerdo...quedarme fascinada en la estación y meterme en un coche...
- Gracias, bonita -Se regodeó la egocéntrica de Marie.
- Norand, encantado querida. -Aunque recordara la situación, seguro que su nombre igualmente no lo hubiera recordado. Por dos motivos: es un nombre tan raro que nunca me había topado con él, y porque soy pésima para los nombres...
- Norand, Marie ...¿y? - Pregunté posando la mirada en el conductor.
- Él es un simple chofer, un empleado. ¿Tú preguntas los nombres a los conductores de transportes públicos? Lo dudo. Pues por el mismo motivo, su nombre es irrelevante.- El conductor clavó en mi rostro su mirada reflejada en el espejo interior y la mantuvo ahí el suficiente tiempo como para que me diera tiempo de cerciorarme de que debía tenerlo más en cuenta de lo que me hacían creer los otros dos ocupantes del coche, así que memoricé su cara. Los nombres no los almaceno muy satisfactoriamente, pero no se me escapa nunca una imagen.-¿ Cómo lo expresarías tú, Marie?
- Así está bien...-Dijo con pasotismo antes de hacer reventar una burbuja de chiche mientras miraba por su ventana el paisaje castellano.
- ¿ Teneis por norma permitir que vuestros asalariados escuchen, vean y participen en vuestras prácticas de semi secuestros ?
- Sí, nos solemos asegurar de la confidencialidad que muestran hacia todos los servicios que nos ofrecen.

No quise preguntar más. Creo que no estaba preparada para escuchar cuándo y cómo se aseguraban de eso.

Decidí meditar un rato mientras observaba sus actitudes, sus gestos, sus miradas...o mejor dicho, su prácticamente inmovilidad durante ese rato...

...CONTINUARÁ