Estación de tren

Un par de días antes había estado dando vueltas por la sección de librería de unos grandes almacenes en busca de un regalo apetitoso para mi novio.
Sin buscarlo descubrí detrás de mi un llamativo libro que incluía como personajes a chupasangres ( me encantan las historias de vampiros ).
Era una saga de ocho libros, pero para mi "desgracia" e inmediata adicción, solo estaban 2 tomos publicados en mi idioma. Tocaba esperar, ya que sabía que por muy mala que fuera la trama si contenía historias de no muertos me iba a encandilar y por lo tanto querría leermelos todos. Realmente, si fuera malo, lo que me motivaría a seguir leyendo sería la esperanza de que la historia mejorara con un nuevo título y de esa forma, igual que si me enganchara por lo fantástico de tu relato, me los acabaría leyendo todos.

En resumen, que compré esos dos tomos y otros dos libros sin relación alguna ni con los mios ni entre ellos, para mi amado novio.


Ese día salía pronto de mi ciudad natal para dirigirme a mi residencia en tren. Un trayecto de 3 horas llenado de principio a fin con la lectura obsesiva de mi idolatrada y nueva adquisición.
Al principio me interesaba porque iba conociendo personajes, después se me empezó a hacer algo menos llevadero y al final consiguió que deseara no soltarlo hasta el final...pero llegué a mi destino.
Guardé mi libro, me colgué la mochila a la espalda y esperé a que el gentío saliera para dirigirme al apartado para equipaje donde me esperaba mi robusta maleta que me habían regalado casi dos años atrás aun sin saber que en menos de 24 meses la iba a usar más de lo que normalmente se usa una maleta en toda una vida. Viajaba como mínimo una vez al mes entre esas ciudades y entre otras cada tres meses, más o menos. Me encanta viajar y conocer nuevos sitios.

No esperaba que nadie estuviera esperándome así que puse el turbo y me dirigí hacia la salida que da a la boca del metro.
Alguien me detuvo a penas pasado el control, justo en medio de todos los familiares que habían ido a recibir a sus seres queridos ( o no, eso ya no voy a entrar a juzgarlo yo, simplemente generalizaba ) y los asistentes con carteles que esperaban a empresarios. Se puso delante mio barrandome el paso, dijo:
-¿Eres Selegna Rodamón?
-¿Quién lo pregunta? - dije muy extrañada...
- Ven conmigo, y no opongas resistencia o será peor.

Siempre había imaginado que haría cuando alguien intentara secuestrarme, robarme o alguna fechoría semejante, y nunca se me había pasado por la cabeza que me quedaría bloqueada sin saber qué hacer.

Esa chica, estatura media con pelo liso marrón oscuro, cogió mi maleta y la condujo como si de plumas estuviera llena. Tenía algo que me aterraba de la misma manera que me fascinaba.

Quería poder pegarle una patada en la rodilla, partírsela, coger mi maleta, pegar cuatro gritos de socorro y salir corriendo, pero algo me lo impedía. Era ella, yo sé que algo en ella me lo impedía, pero, ¿el qué? ¿Por qué alguien podía influenciarme de esa manera?
Pero de aquí me surje otra pregunta: ¿alguien? ¿Era alguien o era algo? Tenía algo que no era normal, me había hipnotizado con una frase y me sentía esclava de sus ordenes.

No sé aun como me condujo a la salida trasera de la estación, la que da a callejones por los que te puedes perder fácilmente y en los cuales, obviamente, nos perdimos. Nosotras nos perdimos, o eso creía yo, y un monovolumen nos encontró. Subimos al coche, me até el cinturón y el movimiento ( junto al cansancio acumulado del madrugón y la corta e intranquila noche ) provocó que me durmiera tan profundamente como un bebé. Aunque ahora que lo pienso, quizá no me dormí por ninguna de las cosas que parecen evidentes.

CONTINUARÁ...

By me on 22/04/09