Descripción del blog:
Este blog va a estar lleno de cosas que me gustan: fotos, escritos, dedicatorias, felicitaciones, narraciones propias, noticias interesantes, etc.
Espero que disfruteis con ello y siempre es bien recibida una buena sugerencia.
¡Gracias!

diumenge, 21 de març del 2010

Hoy he hecho el amor en sueños.

Hoy he hecho el amor en sueños y, no podía ser de otra manera, lo he hecho contigo.
Todo ha sido muy surrealista pero a la vez tan real. Tan real porque podría suceder tal cual, tan surrealista porque nunca sucederá.
Todo empezaba cuando llamaba a tu puerta, había ido a devolverte algo que olvidaste en mi casa. Me abrías, me disponía a entregártelo e irme, al menos esa era la intención que llevaba en mente, pero me pediste que pasara. Muy cordial, pero ahora : toma, pensé y eso se debió reflejar en mi cara porque me preguntaste si acaso tenía prisa. No se mentir, en realidad no sé mentirte, nunca he podido, ni siquiera me he visto con fuerzas para intentarlo, así que te dije la verdad : no, ninguna prisa. Entonces me invitaste a adentrarme más, justo hasta tu habitación. En esa en la que no solo duermes sino en la que pasas todos los ratos que estás en casa.

Me invitaste a un té y me senté a los pies de la cama a esperarte. No tenía prisa, pero no tenía intención de quedarme mucho tiempo aun habiendo aceptado tu invitación. Pero creí que un té era el suficiente rato como para sacarme el abrigo. Justo en eso estaba cuando entraste a preguntarme si acaso lo quería con leche y al verme pelear con el abrigo que se había enganchado endiabladamente, mediante la abertura en la espalda mi elegante camisa, a mi sostén, te sentaste detrás de mí y me dijiste: permíteme ayudarte.
Solo el hecho de oirte tan cerca, aunque principalmente era el hecho de oírte ya que tras las breves palabras que ya habíamos intercambiado aun no me había acostumbrado a tu voz después de tanto tiempo sin oirla, se me tensó el cuerpo, mis instintos salieron a flor de piel e hicieron ponerme alerta. Eras lo más parecido al peligro que había sentido nunca.
Me recogí la melena hasta dejarla por encima del hombro derecho para que mi cabello no te estorbara y fue entonces cuando volví a notarte vivo: tus dedos rozaron mi espalda y fueron el detonante del escalofrío más intenso y que no dejaba lugar sin alterar al paso por cada pelo de mi cuerpo que jamás nadie pueda imaginarse. Y tú lo notaste. Y mi nerviosismo afloró.

Una vez desenganchado el abrigo y recolocado mi atuendo es su sitio...no dejé de notar tu respiración chocar contra la parte desnuda de mi espalda. Me pregunté, deseando con todas mis fuerzas que así pasara, por qué no marchabas ya a preparar las infusiones...y por qué yo aun no permitía que mi pelo escondiera mi escote.
Y de ese sueño recuerdo que los siguientes segundos parecían durar cada uno un minuto, si no más, unos segundos en que el recorrido del aire de tu nariz a mi espalda cada vez era más corto, más corto, más corto, más corto hasta que pasó a ser inexistente cuando tus labios besaron mi cuello.
Enmudecí y desde entonces no hable, ni miré ni oí nada que no estuviera sucediendo entre tú y yo, y a penas respiré. Ese beso parecía que en vez de acariciar mi piel había caído en mi corazón impidiendo que saliera la sangre de él. Creí morir. Y que dulce muerte hubiera sido.

Pero estaba viva, muy viva, y tú también, tu vida se mostraba mucho más perceptible que la mía y aunque no te viera, lo intuía. Habían sido muchos días de mutuo amor, los suficientes para no dudar en eso, los suficientes para saber que ante ti todas mis defensas se quedaban en letras juntas sin sentido, y tonta de mi aun creí que podría contigo y con muchos más como tú. Como siempre cuando estás tú por medio, la ingenuidad de apodera de mi y la vulnerabilidad me azota hasta vencerme, me vence cuando estás junto a mí.
Y en ese momento estabas aun más cerca que junto, estabas haciendo que dos cuerpos fueran uno solo unidos por un beso, y luego unidos tras otro, y otro, y otro. En el cuello, en los hombros, en la espalda...
Me cogiste la mano, me deleité entrecruzando tus dedos con los míos. Esa visión siempre me ha cautivado, me dice tanto...cuando en realidad no quiere decir nada más allá de lo que está sucediendo en realidad. No dice nada más de lo que va a suceder: nuestros cuerpos se van a enrollar cual planta trepadora en el jardín de la pasión. Pero contigo la pasión siempre es tan idílica...o así lo veo yo.

Tan viva, lo suficientemente viva como para permitir que mi mente enajenada olvidara todo el dolor de esos tantos últimos días de tu imprevista desaparición y que lo único que corriera por ella fueran unas ganas incontrolables de sentir tu abrazo y de sentirlo de verdad con el tacto y no con la imaginación con la que lo sentía de un tiempo a esta parte. Y como dos mentes en contacto telepáticamente, eso hiciste: me rodeaste por la cintura con esos brazos que la Madre Naturaleza te dio, preciosos acabados en manos divinas, apoyando tu mentón en mi clavícula apretando fuerte tu mejilla con mi mejilla. Cerré los ojos, los apreté con todas mis fuerzas y desee por primera vez que el tiempo se detuviera indefinidamente y me dejara sintiéndome siempre así de bien, así de segura, así de amada, así de feliz.

Me cogiste en volandas, me acomodaste en la cama y diste uno de esos besos tuyos que hacen que se me escape el alma por los labios.
Y nos amamos como nunca. Fue el más dulce, el más tierno, el más cariñoso, el más pasional, el más fogoso, el más fructífero, el más duradero, el más perfecto...

Cuando me abrazabas para hundirnos juntos en un sueño profundo en las nubes del paraíso se hizo un vacio donde estaba reclinada mi espalda y empecé a caer. Tú te quedaste en la gloria y yo te veía cada vez más lejos. Me dejaba la garganta gritando locamente un "no" que no salía de mis cuerdas bucales sino de mis entrañas. Y desperté en mi cama.

Y al despertar desee por segunda vez que el tiempo se detuviera y me mantuviera en mente el recuerdo de este sueño por los siglos de los siglos.




Luego, más tarde, con los pies en tierra, en la de verdad, en esa verdad en la que al menos estamos todos mínimamente de acuerdo porque es cierto que todos la notamos, dura y firme, por mucho que creamos que nos mienten los sentidos es innegable que nuestros pies sienten esa presión; desee por tercera y última vez que el tiempo se detuviera e hiciera perdurar eternamente tu desaparición y dejara el vacio que tengo desde que te fuiste tal como está ahora : vacío de ti. Y es entonces cuando el tiempo, me escuchó.
No sé si fue porque a la tercera va la vencida o porque es coherente y solo puede cumplir deseos realistas, lo único que sé, a parte de saber que en realidad no sé nada, es lo que mi experiencia me dice; y me dice que esa fue la última vez que te vi en sueños y que nisiquiera recuerdo la última vez que lo hice sin soñar...


Se despide así de ti, de tu ser inexistente, de tu recuerdo:
tu Bella.

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La Reina de mis Sueños